Ladrón castiga amante y hijas con sevipono 2 látigos

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Acostado sobre una mesa, la anfitriona lloró, y un granjero colocó su cintura en la mesa. Agarraron el agujero y, sin usarlos, comenzaron a desprenderse de los rodillos grumosos. De cada contacto, la herida roja sevipono se dejó en dos mitades, y la niña gritó. La nalgada fue serial, tres veces a la vez. Lo pusieron en la pared con la niña mayor, y tomaron a la niña, dándole los mismos tres al mismo tiempo. La niña, en un intento de amplificar sus gritos, se cortó los labios y soportó su castigo, pero no vino nada hasta que decidieron romperla y arrojarla en la misma medida.